¿Alguna vez te lo has preguntado? Seguramente lo habrás visto no sólo en estatuas, también en piezas arqueológicas de museos, monedas y cúpulas de edificios antiguos.
Porque están recubiertas de cardenillo
En castellano, además de cardenillo, lo conocemos como verdete, orín de cobre y verdigrís. Este último término también lo utilizan en Inglaterra, y deriva del francés Vert-de-Grèce, traducido como verde de Grecia, ha ido transformándose hasta nuestros días seguramente haciendo referencia a la tonalidad entre azulada y grisácea que caracteriza al cardenillo.¿Qué es?
El cardenillo es una capa de óxidos e hidróxidos de cobre que se forman sobre este metal y sus aleaciones, como el latón y el bronce. Es muy venenoso. Si utilizas utensilios de cobre en la cocina, no debes usarlos si presentan algún síntoma de tonalidad verdosa. De hecho, se usa como fungicida en la industria: Las pinturas anti-incrustantes que encontramos en las grandes superficies de bricolaje lo incluyen entre sus ingredientes, y es así como impiden la proliferación de hongos en superficies a la intemperie.Su naturaleza química proviene de tres reacciones químicas, o de la mezcla de varias de éstas:
- Carbonato de cobre: Se produce por la interacción lenta del dióxido de carbono disuelto en agua con el óxido de cobre presente en la superficie de la pieza. Es el cardenillo por excelencia de las piezas antiguas, el llamado bronce antiguo. El cobre, expuesto al aire y la humedad, pierde su brillo, se empaña, se vuelve mate y se torna verde. Esta capa no se incrusta, sino que lo recubre y lo protege.
- Cloruro de cobre: Si está en contacto con agua de mar. El cloruro de sodio (sal común) intercambia un átomo de sodio por uno de cobre, formando una película en su superficie. Es lo que le ha ocurrido a la protagonista de muchas películas y nuestra invitada hoy, la estatua de la libertad, que además de recibir a los barcos que llegan a Nueva York, recibe la brisa marina reaccionando de esta forma.
- Acetato de cobre: Se produce si reacciona con ácido acético, presente de forma natural en el vinagre, le otorga su sabor agrio. Es el más tóxico de todos. Una forma en la que antiguamente se obtenía cardenillo era colocando placas de cobre sobre cubas de fermentación de pieles de uva después de la vendimia. Te preguntarás por qué si es tan tóxico se producía intencionadamente, pues bien, era utilizado como pigmento. Te contamos más:
Un poquito de historia
Hasta el siglo XIX, cuando aparecieron las anhilinas químicas como tinte, el cardenillo fué usado como pigmento por su color, parecido al turquesa, como pigmento para pinturas, tinta de escritura y tinte para textiles y hasta para la elaboración de esmeraldas artificiales.En pintura al óleo, podía usarse más despreocupadamente, de hecho, una vez aplicado, necesita como un mes para estabilizarse y cambiar de un verde azulado al verde vibrante que buscaban los artistas al utilizarlo.
También se podía utilizar como base para acuarelas y temple, pero después de su aplicación debía ser tapado rápidamente con barniz por dos razones. Por una lado, para no respirarlo ya que era venenoso, y por otro para evitar su decoloracion, ya que al contacto con el aire, pierde propiedades y siguiendo la oxidación natual tiende hacia el óxido de cobre estable, de color marrón.
Seguro que te viene a la mente algún cuadro en el que el follaje de la vegetación es marrón, parece una estampa otoñal. Pues lo más probable es que originalmente fuera un paisaje primaveral.
Dentro de otras disciplinas, como el caso obras escultóricas, este cardenillo se ha utilizado a placer para dar volumen a las piezas.
Y ahora que ya sabemos quitarlo, ¿Se puede imitar?
Imitaciones
La respuesta es sí, se puede imitar. De hecho, es importante saber hacerlo para un restaurador.
Por eso tenemos a tu disposición un curso monográfico sobre imitación de metales, donde puedes aprender a imitar bronce, cobre y hierro. Si quieres informarte de las próximas ediciones, contacta con nosotros.
Como ejemplo, te mostramos esta foto, es una imtación a bronce hecha por una alumna en un taller monográfico:
¡Gracias por leer!
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