Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Es una de las costumbres castellanas más populares, sacar una silla al patio o a la calle para charlar con los vecinos. Esta sillita de costura de los años cuarenta bien podría haber sido parte de una de estas reuniones.

Hoy te desarrollamos un trabajo incluido en nuestro portfolio


Descubriendo el interior 


Se trata de una silla rústica realizada en pino. Se aprecia en los travesaños, cada uno adaptado individualmente a la estructura, y en la madera protectora del frente, curvada expresamente en la forma que pide el asiento.

Cuando la rescatamos, nos dimos cuenta de que el interior había experimentado diversos apaños que pretendían mantener su función.

El asiento original de enea se había desgarrado y no era posible sentarse, por lo que alguien decidió atarlo con unas cuantas vueltas de cuerda de pita.



 

No se retiró el trenzado, ni tampoco el frente de madera que lo protegía, simplemente se amarró, a duras penas, a la estructura.

Suponemos que para dar más confort se añadió un cojín, y lo que nos sorprendió muchísimo fue el envoltorio de fruta que también se había introducido entre ambos.




Tapando todo el entrelazado de cuerda y el cojín, se había tapizado la silla con una tela, utilizando clavos que habían rajado el listón frontal.

La función de esta pieza es proteger el asiento trenzado frente a los roces que se producen con el uso diario. La parte de la enea que se utiliza para trenzar es la hoja seca y enrollada, y el continuo contacto puede deshilachar la fibra. Era necesario realizar una reconstrucción y refuerzo del mismo.



De vuelta al siglo XXI 

Para recuperar la pieza, retiramos todo el amasijo de “soluciones” que se habían dado al asiento.

También retiramos la pintura roja, muy estropeada.

Había sido aplicada sin ningún tipo de protección hacia la madera ni sobre la propia pintura, por lo que teníamos dos problemas:

-Salta con facilidad, en las zonas donde la capa de pintura es más gruesa
-Se queda bien adherida a la madera al penetrar en el poro.

Elegimos un tono verde pastel, más amable con las líneas suaves que tiene la silla, y con un par de capas suaves conseguimos resaltar las vetas del pino. 

Una vez se ha pintado y barnizado el esqueleto, se trenza de nuevo el asiento en rafia, ya que la enea está protegida actualmente, os contaremos más sobre este hecho en otro post.

Y aquí está el trenzado finalizado, se trata de un diseño básico de confluencia central de los cuatro laterales. Para darle más fuerza y sujeción, lleva entre el tejido cartón contracolado, de forma que no nos sentamos únicamente sobre la fibra trenzada.





¡Gracias por leer!